Si eres de los que siente fobia con solo pensar en salir sin el móvil, o si juras que escuchaste que tu smartphone sonaba pero te das cuenta de que no hubo tal llamada, entonces podrías estar sufriendo alguno de los nuevos síndromes acreditados a la era digital, los cuales eran impensables apenas dos décadas atrás.
Los neurocientíficos cognitivos aseguran que el tiempo prolongado y la obsesión por vivir pegados a las pantallas de los móviles y ordenadores están modificando nuestro cerebro y las formas de comportarnos. También están generando nuevas enfermedades y fobias dignas de estudio.
El alto precio de vivir conectados
La memoria y la capacidad de atención son aptitudes que han ido desmejorando por el constante uso de Internet. Si bien nos sentimos ahora más relajados porque no tenemos que recordar todo, y basta con revisar en algún buscador como Google para hallar las respuestas, también tendemos a no obligar al cerebro a trabajar para recordar algo sin necesidad de Internet.
Hay otras sintomatologías de trastornos recientes. Síndromes como la “llamada fantasma” o “ringxiety” cada vez son más habituales. Se trata de escuchar el móvil sonando, o sentir que vibra, cuando realmente no ha ocurrido.
Nomofobia y cibercondría
La fobia a quedarse sin móvil, o a entrar en pánico si no se tiene el dispositivo cerca, es una patología que se empezó a describir en el 2012. Se denomina nomofobia y aún se desconoce si es perjudicial para la salud.
Si conoces a algún hipocondríaco, tal vez haya desarrollado cibercondría o “Googleitis”. Se trata de un tipo de hipocondría. La persona se autodiagnostica enfermedades en función de lo que lee en Internet, lo que puede resultar grave y generar una neurosis extrema al creer que se padece una enfermedad terminal.
La tecnoferencia es otro trastorno, que implica no soltar el móvil en ningún momento. Todo se hace apresurado, incluso el sexo, con tal de no separarse del amado móvil.
Y si la persona siente que todo su día es una película que debe ser vista y compartida, se puede estar sufriendo el “síndrome del show de Truman”. Detrás de esto pueden haber delirios de grandeza, narcisismo o ilusiones persecutorias.